lunes, 29 de mayo de 2017

Reseña: The Witcher, de Andrzej Sapkowski

Andrzej Sapkowski (nacido el 21 de junio de 1948) comenzó su carrera literaria como traductor, principalmente de ciencia ficción. Su primer historia corta la escribió casi por accidente, para un concurso para la revista Fantastyka. Se titulaba “The Witcher” y narraba la primera de las aventuras de Geralt de Rivia, un hombre mutado a través de magia, extenso entrenamiento y la ingesta de elixires nada saludables para volverse un experto mercenario cazador de monstruos, un “Witcher”.
Como la historia fuera todo un éxito una vez publicada, Andrzej siguió escribiendo historias cortas, ampliando el universo que había creado para su personaje y conformando los dos libros que leí: The Last Wish (El último deseo) y Sword of Destiny (La espada del destino).

El mundo de The Witcher puede considerarse pionero (el primer libro es de 1993) de las ambientaciones más oscuras y realistas que se han puesto tan de moda últimamente. Sí, es un mundo de fantasía medieval, pero toma muchos de los elementos de la mitología y cultura eslavas, y hace deconstrucciones de los cuentos de fantasía de Andersen o los hermanos Grimm, que no siempre acababan bien para sus protagonistas, cuando no son directamente tragedias.
La historia, además, se cuenta desde los ojos de Geralt, quien es tratado como un plebeyo cualquiera en el mejor de los casos, y como un apestado apenas humano en el peor, por culpa de las mutaciones de las que fue objeto durante su formación.
 
Si la novela es punta de lanza en la ambientación agridulce, permanece conservadora en el diseño del personaje principal. Geralt es un héroe a la antigua, abnegado a un triste destino, negándose a matar si no es por necesidad, intentando agotar las vías diplomáticas antes de desenvainar e interesándose genuinamente por sus "clientes", su bienestar y la coexistencia pacífica entre especies capaces de inteligencia. Un héroe así, en un mundo como el de The WItcher, brilla aún sin necesidad de una armadura lustrada y se vuelve una figura trágica con la que uno no siempre puede identificarse, pero en la que siempre encuentra inspiración. Con Geralt, cada historia corta se vuelve una fábula y de todas se puede aprender algo.

Al “Witcher” lo acompañan una plétora de personajes muy bien construidos, con mucha personalidad, sus propios intereses y motivaciones. Destacar a Dandelion, que se vuelve fuente constante de alivio cómico y brújula moral para el protagonista en temas de amores  y relaciones humanas —área donde nuestro Geralt adolece particularmente—; y a Ciri que, sencillamente, se robó mi corazón (y el de Geralt) desde que tuvo sus primeras líneas de diálogo. Es imposible no acabar amando a la, a veces caprichosa, pero siempre brutalmente honesta, princesita.

Los personajes están tan bien construidos, de hecho, que es posible tener una larga conversación sin que sea necesario especificar quién ha dicho qué. Uno sencillamente lo sabe por la entonación, por las palabras que usa y por lo que dice. Esto es un acierto para la prosa y para la historia en general, porque fluye sin problemas y desvela y nos deja adivinar los conflictos internos de los personajes sin detenerse a explicarlos. El resultado es una obra plagada de acción y extremadamente rica en detalles, pero que se lee de manera fluída y casi sin esfuerzo.

Después de leer dos de sus antologías de historias cortas, puedo decir sin miedo a que suene a exageración que Andrzej Sapkowski merece un pedestal en la historia de la fantasía medieval moderna. Su efigie y obra no desentonarían junto a las de J.R.R. Tolkien, Robert E. Howard o George R.R. Martin. El universo que ha creado para su serie insignia, The Witcher, es tan rico como el de cualquiera de sus colegas y si bien su prosa es sencilla, es brutalmente efectiva.

¿Recomendaría sus libros? ¡Por supuesto! Más aún ahora que Netflix ha anunciado una serie basada en ellos. Si te gusta el género son imperdibles. Si no te gusta, bien podrían hacerte cambiar de opinión. Así de bueno es.



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