martes, 20 de junio de 2017

Reseña: Watership Down, de Richard Adams

Con toda honestidad, leí este libro por morbo.
Estoy suscrito a un canal de YouTube titulado History Buffs, que normalmente sube análisis de series y películas de época para examinar su precisión histórica y compararlas con los hechos reales (si no lo conocen, dense una vuelta por alguno de sus videos, no tienen desperdicio y van desde Apolo 13 hasta Vikings). Un día, como parte de un reto lanzado por otro youtuber, apareció en el canal un video titulado “Trauma de Infancia” en donde hablaba de la adaptación cinematográfica del libro y del profundo terror que le causaban algunas de las escenas más gráficas de la película, todo esto mientras reproducía algo del metraje en pantalla.
Intrigado por el contraste entre la violencia desplegada y personajes que normalmente asociamos como criaturas tiernas e inofensivas (conejos), la curiosidad pudo conmigo y conseguí el libro en versión digital en el idioma original.
Quedé gratamente sorprendido por el texto.

Richard Adams puso en papel la historia que les narró a sus hijas en un viaje por carretera y la publicó bajo el título de “Watership Down” (“La colina de Watership”) en noviembre de 1972. Narra la búsqueda de un grupo de conejos que abandonan su madriguera (luego de que uno de ellos tuviera una visión profética del campo donde habitan bañado en sangre) así como las dificultades que enfrentan para establecer una nueva colonia por su cuenta.
Fue su primera novela, ha vendido más de cincuenta millones de copias y fue aclamada internacionalmente por revigorizar la ficción antropomórfica y el naturalismo. Tiene sentido, considerando que Adams laboraba en la Secretaría de Medio Ambiente de Reino Unido al momento de escribirla.

Adams utiliza el recurso que antes utilizó Kipling para “El Libro de la Selva”: sus personajes permanecen animales por entero en apariencia, costumbres e impulsos. Si pueden comunicarse entre ellos, si podemos escuchar sus pensamientos y entender sus motivaciones, es enteramente una dádiva del autor en beneficio del lector. Estos son conejos, no seres humanos con apariencia de conejos. La precaución es una forma de vida porque la muerte es una compañera constante y nunca está demasiado lejos. Cualquier cosa que se cuente por encima de cuatro la consideran incontable (la palabra que va después del cuatro en lapino, el idioma ficticio de los conejos, se traduce literalmente en “incontablemente muchos” o “mil”). Creen que los automóviles, tractores y segadoras son gigantescos animales. Y el “genio técnico” del reparto de personajes apenas se acerca a comprender algo de física básica (usar un madero para flotar y cruzar un río).

Sin embargo, a pesar de las limitaciones que la madre naturaleza ha impuesto en sus personajes, Adams construye con ellos arcos argumentales sólidos. Los personajes crecen y aprenden naturalmente a lo largo de la historia y van cayendo en sus roles dentro del grupo de manera natural sin que nada se sienta forzado. Cada conejo tiene una personalidad bien definida, y las interacciones resultan siempre convincentes. Sirve, por supuesto, que haya utilizado como plantilla a gente real a la que llegó a conocer muchísimo mientras trabajaban juntos en un ambiente adverso (el pelotón del que formó parte durante la Segunda Guerra Mundial).

De las partes que más me gustaron del libro y que sin duda contribuyen a que entendamos la psique de los lagomorficos personajes y nos identifiquemos con ellos más fácilmente, son los diferentes pasajes (fábulas) que van intercalados en la historia principal. Estos pequeños episodios los protagoniza El-ahrairah (“El Príncipe de los Mil Enemigos” en lapino); padre de todos los conejos del mundo y responsable, en gran medida, de su suerte y azarosa existencia. Se trata de una figura heróica mítica que encarna las mejores virtudes de un conejo y se vuelve una figura aspiracional para nuestros personajes. Un personaje subversivo, ágil de mente y propenso a salirse con la suya a través de engaños, disfraces y cuanta artimaña se le ocurre; pero también es valiente y sumamente protector de su gente (imaginen un punto intermedio entre Bugs Bunny y Leónidas, de 300 y ya tendrán una idea)

Las leyendas que escuchamos tocan desde el mito de la creación del conejo hasta el descenso de El-ahrairah a Inlé (el inframundo) para conocer al Conejo Negro (la muerte). Con ellas, se nos deja entrever un complejo sistema de creencias que rige y contribuye al crecimiento de los personajes (incluso ya en el epílogo)

El libro es preciso en sus descripciones y maravillosamente bien documentado tanto en el comportamiento natural de los animalitos, como en el escenario donde se desarrolla la historia (Watership Down es un sitio real en el condado de Hampshire, al sur de Gran Bretaña y quienes lo conocen aseguran que lo escrito en el libro es inquietante por lo exacto) En definitiva es una lectura que recomendaría, porque es pionera en el género de aventuras moderno y no flaquea en ningún capítulo, manteniendo la tensión hasta el final. En definitiva, después de leerlo, no volverás a ver la campiña igual.

"My Chief  Rabbit told me to defend this run and I won't move unless he says so."
["Mi Conejo Jefe me dijo que defendiera este túnel y no me moveré hasta que él me lo pida"]
Arte original de LadyFiszi

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