lunes, 16 de enero de 2017

De mi, de mi hoguera y de mi blog

Leo desde que tengo memoria. Leo por saciar mi curiosidad, por vivir otras cosas, por experimentar otras culturas y conocer otras ideas. Leo por apartarme de mi mismo para poder verme y entenderme mejor. Leo porque la lectura me transforma y me hace crecer. Leo, ultimadamente, por bendita costumbre.

Para mi leer siempre ha tenido algo de mágico. Pasamos los ojos por diferentes grupos de grafías debidamente ordenadas y conforme lo hacemos se ordenan ideas e imágenes en nuestra mente. Cuando leemos “árbol” concebimos formas y colores, características físicas de algo que no existe sino como reflejo de la realidad. La palabra como tal desaparece, transmuta. No pensamos que árbol tiene cinco letras y lleva tilde. Pensamos en ramas que se extienden hacia el cielo, en hojas cargadas de rocío, en gruesas raíces que se hunden y serpentean en la tierra húmeda y oscura. Permanece el concepto, la idea, pero no los caracteres, las letras.

Leer es arrojar palabras a una hoguera que arde en medio de la total oscuridad. Con cada palabra las llamas crecen y el círculo de luz se expande. Iluminados por nuestra hoguera, comienzan a aparecer a nuestro alrededor los conceptos, las ideas que llevaban esas palabras consigo y que el fuego ha liberado de su encierro. De ahí viene, creo, la expresión “dejarse atrapar” o “quedar absorto en la lectura” Lo que imaginamos nos rodea, nos envuelve y nos fascina; y como no podemos dejarlo ir, seguimos echando palabras a la hoguera.

Algunas veces me ha llegado a ocurrir, con alguna obra particularmente buena o reveladora, que las llamas no se apagan cuando yo cierro el libro. De hecho permanecen encendidas, a veces como un calentador para el corazón, a veces como linterna arrojando luz sobre una verdad que recién descubrí y no puedo dejar de contemplar.

Creo que por eso empecé a escribir. Por ser luz, por compartir algo de lo que mi hoguera me muestra a diario. Quiero pensar que si dejo regadas por aquí mis palabras alguien tendrá a bien recogerlas y usarlas como combustible para alimentar y contrastar sus propias ideas o para explorar otras. Si consigo eso, ser una pequeña luz en la mente de otra persona (así sea una luz efímera e inútil), entonces habrá valido la pena.

Dos advertencias, sin embargo:
1.- No puedo garantizar el contenido del presente blog. Hablaré aquí de lo que tenga a mano, de lo que hago a diario, de lo que opino, de lo que invento y de lo que me gusta. Quizá presente mundos de fantasía un día y realidad cruel al siguiente. Mi único lector tendrá que disculparme si encuentra algo que no quiere entre el montón de entradas pero no puedo limitar a mi propia hoguera en beneficio de la suya. Por supuesto estará todo debidamente ordenado con sus respectivas etiquetas, para que pueda ser selectivo.

2.- Tampoco puedo comprometer fechas de entrega. Hago esto como un divertimiento, no por la presión de cumplir con fechas límite. Aún así, creo que estaré escribiendo por lo menos un par de entradas al mes, dependiendo de muchos factores.

Si aceptas esas dos condiciones, querido lector, bienvenido. Siéntate frente al hogar y vamos a ver qué distinguimos entre las llamas.

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