martes, 12 de abril de 2022

Reseña: El Archivo de las Tormentas, de Brandon Sanderson

Me debato entre diagnosticarme algo de masoquista, quizá alguna tara que me complique aprender de la experiencia previa, o un amor malsano por las épicas de fantasía, en particular la que lleva tintes medievales.

Después de la lenta y larga agonía que ha sido esperar la publicación de los dos últimos volúmenes de "Canción de Fuego y Hielo", la falsa esperanza de una conclusión satisfactoria a la saga a través de su adaptación televisiva, y el cruel desencanto y agria decepción cuando finalmente lo vimos en pantalla… Después de todo eso, me juré no volver a iniciar una serie literaria inconclusa.


Así que cuando me sugirieron darle la oportunidad a “El Archivo de las Tormentas”, el opus magnum de Brandon Sanderson, mi primer impulso fue decir: “No gracias, quizás después, con más chance” y tratar de pasar a otra cosa. ¿Una saga de diez libros? ¿Con apenas cuatro publicados? ¿Por un autor con múltiples proyectos y series avanzando simultáneamente? Parece un desastre esperando a ocurrir, el caldo de cultivo ideal para otro encontronazo emocional, un Juego de Tronos 2.0.


Pero me insistieron. Insistieron con tanto entusiasmo que no pude sino ceder. Resignado, tomé el primer libro de la saga “El Camino de los Reyes”... y ya no pude soltar. Como arena entre mis dedos le siguieron “Palabras Radiantes”, “Juramentada” y “El Ritmo de la Guerra”, además de un par de noveletas “Danzante del Filo” y “Esquirla del Amanecer” que funcionan como intermedios. No podía tener suficiente de Roshar, su gente, sus sueños y conflictos. No podía alejarme de las conexiones sugeridas a un universo más amplio, el Cosmere; ni podía apartarme de las temáticas del libro, evidentes, pero poderosas e integradas naturalmente a la trama.


¿Por dónde empezar? Cuando alguien me preguntaba ¿qué estás leyendo? ¿de qué se trata? siempre tenía dificultades para articular una respuesta que me dejara convencido de haberlo abarcado todo. En esencia, es la crónica del último episodio de una guerra eterna y cíclica por detener el apocalipsis. Visto superficialmente, es el típico conflicto del bien contra el mal; pero examinando las condiciones de los combatientes, es también el conflicto interno contra la duda, la incomprensión, el miedo, la tradición y hasta uno mismo; contra el deseo de soltar la toalla y aflojar el cuerpo antes de dar el necesario siguiente paso y el siguiente, y el siguiente.


Estas luchas están perfectamente representadas, casi por definición, en vastísimo elenco de personajes, particularmente en los Caballeros Radiantes y en sus Palabras Inmortales. 

Sin entrar en detalles, los Caballeros Radiantes son la primera línea de defensa contra este ciclo apocalíptico de Desolaciones, y los principales usuarios de la magia en este mundo. Para poder hacer uso de sus habilidades, sin embargo, deben jurar ideales, Palabras Inmortales que sirven como guía a sus acciones y sus vidas. Cada orden (hay diez) tiene ideales distintos, relacionados con sus habilidades. El Primer Ideal, sin embargo, es universal; utilizado por todas las órdenes y funciona incluso como un grito de guerra, un lema y un constante recordatorio:


Vida antes que muerte. 

Fuerza antes que debilidad. 

Viaje antes que destino.

Vida antes que muerte: El Caballero Radiante busca defender la vida, siempre. Nunca mata innecesariamente y nunca arriesga su propia vida por razones frívolas. Vivir es más difícil que morir. El deber del Caballero es vivir.

Fuerza antes que debilidad: Todos los hombres son débiles en algún momento de sus vidas. El Radiante protege a los débiles y usa su fuerza para los demás. La fuerza no hace a uno capaz de mandar; lo hace a uno capaz de servir.

Viaje antes del destino: Siempre hay varias formas de lograr un objetivo. El fracaso es preferible a ganar por medios injustos. Para proteger a diez inocentes no vale la pena sacrificar a uno. Al final, todos los hombres mueren, y cómo viviste será mucho más importante que lo que lograste.

Los Caballeros Radiantes luchan tanto contra el enemigo como contra sus propias taras, limitaciones e inseguridades. Y eso hace que, frente al lector, no sean héroes de leyenda inalcanzables, sino personas en las que uno puede verse reflejado. Las Palabras Inmortales no son un hechizo mágico que resuelve estos conflictos internos, sino una muleta, un recordatorio, un salvavidas: Seguir luchando y viviendo es ya, una gran victoria.


Y este es uno de los puntos en los que el libro brilla con fuerza: la manera de presentar estos conflictos internos, tan distintos entre un personaje y otro, pero tan humanos y tan endémicos en nuestra época. He leído en foros reseñas de personas lidiando con estos problemas que encuentran en los protagonistas un espejo y una inspiración; particularmente en Kaladin y su depresión crónica, que juega un papel fundamental en la historia. 


Y si los personajes y sus conflictos (internos y externos) son el atractivo principal de la saga, el escenario y telón de fondo que son el mundo de Roshar y el Cosmere en general son la cereza del pastel. La labor de Sanderson es exquisita, diseñando un planeta entero con una construcción lógica y natural. Particularidades climáticas del mundo resultan en diferencias geográficas y ecológicas. Distintos ambientes producen distintas culturas, sociedades y religiones que a su vez comparten una historia de tensiones y conflictos antes del arranque de El Archivo de las Tormentas. El paso del tiempo nubla los acontecimientos del pasado y el entendimiento y conclusiones de la población actual sobre los mismos. Si en los personajes Sanderson deja evidencia de que entiende el conflicto humano en lo micro, en Roshar y sus circunstancias confirma que lo entiende igual de bien en lo macro.


Doblemente impresionante es este acto de creacionismo cuando uno lo entiende como un inserto en el Cosmere, el universo ficticio compartido donde tienen lugar varios de los libros y sagas de Brandon Sanderson, con una cosmología y reglas de la magia unificadas. Personajes de otras sagas interactúan e influencian el devenir de los acontecimientos en esta y viceversa. Lo que sugiere una narrativa mucho más amplia que la que alcanza a recoger esta serie literaria y le da al conflicto en Roshar una dimensión épica.


Y ese es quizá el último punto que vale la pena mencionar. La escala del conflicto, la lenta pero incuestionablemente ascendente tendencia en la epicidad de cada enfrentamiento conforme los Caballeros Radiantes ganan en habilidades y queda de manifiesto lo que verdaderamente está en juego en este ciclo de Desolaciones. El acelerado desarrollo tecnológico, natural en cualquier conflicto bélico, que cimbra y transforma el mundo, tomándolo en una condición firmemente medieval hasta dejarlo a las puertas de una revolución técnica en los albores de una ambientación steampunk.


En resumen y para no alargarme (aún) más, El Archivo de las Tormentas es una joya de saga literaria y merece toda la atención que ha recibido y más. Sanderson ha publicado al menos un texto relacionado al Cosmere al año de manera ininterrumpida desde 2005 y el ritmo de publicación de esta saga en particular es de una entrega cada tres o cuatro años, por lo que el riesgo de que quede inconclusa, aunque existe, es mínimo. Si el final alcanzará las expectativas que está sembrando, es arena de otro costal. Pero tiene a su favor que la épica de 10 libros estará separada en dos “arcos”, cada uno autocontenido, de cinco libros. 


Así que sí, con todo considerado, estoy más que dispuesto a volver a arriesgar mi estabilidad emocional por seguir disfrutando de este maravilloso trabajo. Y francamente, no tendría reparos en recomendarle a cualquier fanático hacer lo mismo…




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