martes, 12 de abril de 2022

Reseña: El Archivo de las Tormentas, de Brandon Sanderson

Me debato entre diagnosticarme algo de masoquista, quizá alguna tara que me complique aprender de la experiencia previa, o un amor malsano por las épicas de fantasía, en particular la que lleva tintes medievales.

Después de la lenta y larga agonía que ha sido esperar la publicación de los dos últimos volúmenes de "Canción de Fuego y Hielo", la falsa esperanza de una conclusión satisfactoria a la saga a través de su adaptación televisiva, y el cruel desencanto y agria decepción cuando finalmente lo vimos en pantalla… Después de todo eso, me juré no volver a iniciar una serie literaria inconclusa.


Así que cuando me sugirieron darle la oportunidad a “El Archivo de las Tormentas”, el opus magnum de Brandon Sanderson, mi primer impulso fue decir: “No gracias, quizás después, con más chance” y tratar de pasar a otra cosa. ¿Una saga de diez libros? ¿Con apenas cuatro publicados? ¿Por un autor con múltiples proyectos y series avanzando simultáneamente? Parece un desastre esperando a ocurrir, el caldo de cultivo ideal para otro encontronazo emocional, un Juego de Tronos 2.0.


Pero me insistieron. Insistieron con tanto entusiasmo que no pude sino ceder. Resignado, tomé el primer libro de la saga “El Camino de los Reyes”... y ya no pude soltar. Como arena entre mis dedos le siguieron “Palabras Radiantes”, “Juramentada” y “El Ritmo de la Guerra”, además de un par de noveletas “Danzante del Filo” y “Esquirla del Amanecer” que funcionan como intermedios. No podía tener suficiente de Roshar, su gente, sus sueños y conflictos. No podía alejarme de las conexiones sugeridas a un universo más amplio, el Cosmere; ni podía apartarme de las temáticas del libro, evidentes, pero poderosas e integradas naturalmente a la trama.


¿Por dónde empezar? Cuando alguien me preguntaba ¿qué estás leyendo? ¿de qué se trata? siempre tenía dificultades para articular una respuesta que me dejara convencido de haberlo abarcado todo. En esencia, es la crónica del último episodio de una guerra eterna y cíclica por detener el apocalipsis. Visto superficialmente, es el típico conflicto del bien contra el mal; pero examinando las condiciones de los combatientes, es también el conflicto interno contra la duda, la incomprensión, el miedo, la tradición y hasta uno mismo; contra el deseo de soltar la toalla y aflojar el cuerpo antes de dar el necesario siguiente paso y el siguiente, y el siguiente.


Estas luchas están perfectamente representadas, casi por definición, en vastísimo elenco de personajes, particularmente en los Caballeros Radiantes y en sus Palabras Inmortales. 

Sin entrar en detalles, los Caballeros Radiantes son la primera línea de defensa contra este ciclo apocalíptico de Desolaciones, y los principales usuarios de la magia en este mundo. Para poder hacer uso de sus habilidades, sin embargo, deben jurar ideales, Palabras Inmortales que sirven como guía a sus acciones y sus vidas. Cada orden (hay diez) tiene ideales distintos, relacionados con sus habilidades. El Primer Ideal, sin embargo, es universal; utilizado por todas las órdenes y funciona incluso como un grito de guerra, un lema y un constante recordatorio:


Vida antes que muerte. 

Fuerza antes que debilidad. 

Viaje antes que destino.

Vida antes que muerte: El Caballero Radiante busca defender la vida, siempre. Nunca mata innecesariamente y nunca arriesga su propia vida por razones frívolas. Vivir es más difícil que morir. El deber del Caballero es vivir.

Fuerza antes que debilidad: Todos los hombres son débiles en algún momento de sus vidas. El Radiante protege a los débiles y usa su fuerza para los demás. La fuerza no hace a uno capaz de mandar; lo hace a uno capaz de servir.

Viaje antes del destino: Siempre hay varias formas de lograr un objetivo. El fracaso es preferible a ganar por medios injustos. Para proteger a diez inocentes no vale la pena sacrificar a uno. Al final, todos los hombres mueren, y cómo viviste será mucho más importante que lo que lograste.

Los Caballeros Radiantes luchan tanto contra el enemigo como contra sus propias taras, limitaciones e inseguridades. Y eso hace que, frente al lector, no sean héroes de leyenda inalcanzables, sino personas en las que uno puede verse reflejado. Las Palabras Inmortales no son un hechizo mágico que resuelve estos conflictos internos, sino una muleta, un recordatorio, un salvavidas: Seguir luchando y viviendo es ya, una gran victoria.


Y este es uno de los puntos en los que el libro brilla con fuerza: la manera de presentar estos conflictos internos, tan distintos entre un personaje y otro, pero tan humanos y tan endémicos en nuestra época. He leído en foros reseñas de personas lidiando con estos problemas que encuentran en los protagonistas un espejo y una inspiración; particularmente en Kaladin y su depresión crónica, que juega un papel fundamental en la historia. 


Y si los personajes y sus conflictos (internos y externos) son el atractivo principal de la saga, el escenario y telón de fondo que son el mundo de Roshar y el Cosmere en general son la cereza del pastel. La labor de Sanderson es exquisita, diseñando un planeta entero con una construcción lógica y natural. Particularidades climáticas del mundo resultan en diferencias geográficas y ecológicas. Distintos ambientes producen distintas culturas, sociedades y religiones que a su vez comparten una historia de tensiones y conflictos antes del arranque de El Archivo de las Tormentas. El paso del tiempo nubla los acontecimientos del pasado y el entendimiento y conclusiones de la población actual sobre los mismos. Si en los personajes Sanderson deja evidencia de que entiende el conflicto humano en lo micro, en Roshar y sus circunstancias confirma que lo entiende igual de bien en lo macro.


Doblemente impresionante es este acto de creacionismo cuando uno lo entiende como un inserto en el Cosmere, el universo ficticio compartido donde tienen lugar varios de los libros y sagas de Brandon Sanderson, con una cosmología y reglas de la magia unificadas. Personajes de otras sagas interactúan e influencian el devenir de los acontecimientos en esta y viceversa. Lo que sugiere una narrativa mucho más amplia que la que alcanza a recoger esta serie literaria y le da al conflicto en Roshar una dimensión épica.


Y ese es quizá el último punto que vale la pena mencionar. La escala del conflicto, la lenta pero incuestionablemente ascendente tendencia en la epicidad de cada enfrentamiento conforme los Caballeros Radiantes ganan en habilidades y queda de manifiesto lo que verdaderamente está en juego en este ciclo de Desolaciones. El acelerado desarrollo tecnológico, natural en cualquier conflicto bélico, que cimbra y transforma el mundo, tomándolo en una condición firmemente medieval hasta dejarlo a las puertas de una revolución técnica en los albores de una ambientación steampunk.


En resumen y para no alargarme (aún) más, El Archivo de las Tormentas es una joya de saga literaria y merece toda la atención que ha recibido y más. Sanderson ha publicado al menos un texto relacionado al Cosmere al año de manera ininterrumpida desde 2005 y el ritmo de publicación de esta saga en particular es de una entrega cada tres o cuatro años, por lo que el riesgo de que quede inconclusa, aunque existe, es mínimo. Si el final alcanzará las expectativas que está sembrando, es arena de otro costal. Pero tiene a su favor que la épica de 10 libros estará separada en dos “arcos”, cada uno autocontenido, de cinco libros. 


Así que sí, con todo considerado, estoy más que dispuesto a volver a arriesgar mi estabilidad emocional por seguir disfrutando de este maravilloso trabajo. Y francamente, no tendría reparos en recomendarle a cualquier fanático hacer lo mismo…




jueves, 14 de marzo de 2019

"Yo, Julia" de Santiago Posteguillo ¿Una lectura feminista?

Es el año 192 d.C. Un desquiciado emperador Lucio Aurelio Cómodo, hijo del legendario Marco Aurelio, gobierna Roma con puño de hierro. Paranoide, Cómodo mantiene secuestradas en Roma a las esposas de sus gobernadores más fuertes para asegurarse su lealtad: Albino en Britania, Severo en el Danubio o Nigro en Siria. Pero el plan tiene una falla. En medio de este escenario mortal, nadie ha considerado a Julia Domna, la mujer de Severo, y su brillante y ambicioso plan para cambiar Roma para siempre. Menosprecia a esta matrona romana bajo tu propio riesgo.



Santiago Posteguillo, una vez más, hace que la Roma Antigua cobre vida en las páginas. Como en sus anteriores trabajos -las trilogías de Escipión y de Trajano- se adivina su profundo conocimiento de la época por las numerosas referencias, anotaciones y frases en latín que intercala en el texto; pero el autor nunca deja que su enciclopédico conocimiento afecte el ritmo de la historia, o lastre la acción con interminables explicaciones y justificaciones históricas. Prefiere mostrarlo todo a través de sus personajes y de sus interacciones, desde las grandes intrigas palaciegas y las maniobras militares, hasta las preocupaciones y las azarozas vidas de los esclavos al servicio de los poderosos. La Historia, con mayúsculas se ve entonces desmenuzada en pequeñas historias personales de personas (hombres y particularmente una mujer, la protagonista) valientes y decididos.

Y aquí entramos al quid de la cuestión, la protagonista y su representación (y la representación femenina) en la novela. Posteguillo habla claro de su propósito con el texto al final del mismo, en su “Nota Histórica”. Cito:
“La historia, ya se sabe, ha sido [...] la historia de los hombres, centrados siempre -historiadores primero y luego novelistas masculinos- en documentar unos y recrear otros las vidas de grandes personajes históricos únicamente del género dominante durante siglos”

Y no le falta razón. Hay poca información y aún menos representación en la cultura popular, por ejemplo, de las emperatrices romanas; a pesar de que fueron seguramente figuras de enorme poder y capacidad de influencia en la época. Y el material que hay es, o sorprendentemente tendencioso (Posteguillo señala, por ejemplo, el trabajo de Anthony Birley en su biografía sobre Severo respecto a la fidelidad de Julia. Birley señala las acusaciones de promiscuidad de fuentes a trescientos años de distancia como “bastante creíbles”, pero desestima fuentes contemporáneas que le llevan la contraria a su teoría. ¿Por qué?) o realizado por mujeres de incógnito (la única obra popular sobre Julia que encontró en sus investigaciones fue una obra de teatro de 1903 firmada por un dramaturgo inglés de nombre Michael Field, que resultó ser el seudónimo de dos mujeres Katherine Harris Bradley y Edith Emma Cooper, tía y sobrina, respectivamente)

La pregunta es ¿Consigue Santiago Posteguillo su cometido? ¿Pinta a un personaje femenino fuerte? Yo creo que lo consigue, en la medida en la que la Historia se lo permite. Pese a ser la esposa de un gobernador de Roma, y una de las mujeres más poderosas de ese mundo antiguo hay muchas cosas que limitaban a un a mujer en aquella época, por lo tanto, mucho de lo que Julia consigue lo hace a través de convencer a su esposo, Severo. Eso, curiosamente, pone al matrimonio, no a la mujer, como institución, como el verdadero héroe, como el agente revulsivo y diferente en la contienda por la púrpura imperial. Incluso se discute en uno de los capítulos, en el diálogo entre un senador y su hijo en donde se expone que, en caso de tener éxito, Julia y Severo serían el primer matrimonio estable, hombre y mujer enamorados y en sintonía, que se hace con imperio.

Eso, sumado a algunas descripciones que podrían no caer bien entre el público feminista más recalcitrante (Julia era una mujer hermosa, después de todo, y el sexo una de sus armas de persuasión más efectivas) me invita a pensar que más que un personaje y una historia para que las mujeres puedan identificarse, se trata de un relato para el hombre, para que comprenda de una vez el poder y la influencia femeninas y reconozca en Julia al montón de mujeres que han influido en su vida y todo lo que ellas podrían hacer si al menos les diéramos la oportunidad y las tratáramos como iguales y no siguiéramos con costumbres que venimos arrastrando desde antes del tiempo de los romanos.

A mi entender, Julia podría haberlo dejado ahí. Podría haberse conformado. Pero no. Muchos la han criticado luego por ambiciosa. Es posible que lo fuera. Mas acaso, si era culpable de esa debilidad, ¿no es esa misma ambición la que ha movido a tantos hombres que tenemos en tan alta estima, como Alejandro, Julio César o Augusto? Sí, lo acepto, Julia era muy ambiciosa. Como muchos de los que la rodeaban. Solo había una diferencia sustancial entre ellos y ella. Bueno: dos diferencias. En primer lugar, ella era mujer y ellos hombres. En segundo lugar: ella era más inteligente.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Análisis: El Fanfiction como Literatura (con mayúscula)

Mi propósito para este 2018 fue leer. Sencillamente leer, y llevar recuento de lo que leía, de tal suerte que al año siguiente, tuviera una meta, o un indicador mínimo sobre el cual pudiera compararme y ponerme la ligeramente más ambiciosa meta de “leer más”. 
Ahora que termina el año puedo decir que cumplí cabalmente mi propósito. Si para el final del mes concluyo el libro que estoy actualmente disfrutando, habré leído 23 títulos completos y ese sería, en teoría, el número a vencer el año que viene. O eso pensaba…

Sucede que este año leí muchas otras cosas además de libros tradicionales: artículos académicos para mis estudios de maestría, comics y novelas gráficas por internet y aunque el mundo de la literatura seria se ría de mi, también leí fan-fiction. Y bastante. Estaba pues en una encrucijada. ¿Debía o no contabilizar esas historias en mi pequeño marcador personal? ¿Forma parte el fan-fiction del gran universo de la Literatura, con mayúscula? ¿Tiéne cábida en su salón de banquetes?


“Fan-fiction” es un termino en inglés que significa “ficciones de fanáticos”. Se trata de historias que protagonizan los personajes, o se desarrollan en las ambientaciones de una obra original, pero que no han sido escritas por los autores originales de dicha obra, sino por sus fanáticos.
El fenómeno se hizo popular en la segunda mitad del siglo veinte, a través de revistas editadas por los fans, o fanzines. El primer fanzine de Star Trek, Spockanalia (1967), ya contenía algunos fan fiction; muchos otros siguieron su ejemplo y con la llegada del Internet y la libre distribución de contenido, el ejercicio ganó una masiva popularidad.

Por su naturaleza misma, el fan-fiction siempre se ha ubicado en una área legal ambigua. Los fans no ganan dinero por ello, pero están usando propiedad intelectual ajena y está el siempre espinoso asunto de proteger las formas en las que aparecen representados los personajes. George Lucas y 20th Century Fox pusieron el grito en el cielo cuando empezaron a aparecer historias con contenido cuestionable (“para adultos” por usar un eufemismo que todo mundo entienda). Aquello acabó en amenazas de demandas y con Maureen Garrett, directora del Club de Fans Oficial de Star Wars, publicando cartas a los editores de las fanzines suplicando que moderaran el contenido para evitar que les cerraran el changarro.

También hay que considerar lo que los mismos autores pueden sentir y opinar respecto a ver sus creaciones en manos de otros. Y aquí hay de todo en la viña del Señor. Desde la postura abierta y despreocupada de Neil Gaiman... 
“Mientras la gente no esté explotando comercialmente los personajes que he creado, y lo estén haciendo el uno por el otro, no veo que haya ningún daño, y dado lo mucho que la gente lo disfruta, obviamente está haciendo algo bueno. No me molesta "
...pasando por el más temperado comentario de J.K. Rowling...
“Ella está muy halagada por el hecho de que haya un gran interés en su serie de Harry Potter y que la gente se tome el tiempo de escribir sus propias historias. Su preocupación sería asegurarse de que siga siendo una actividad no comercial para garantizar que los fanáticos no sean explotados y que no se publique en el sentido estricto de la publicación impresa tradicional ... Los libros pueden estar envejeciendo, pero aún están dirigidos a jóvenes y niños. Si los niños pequeños tropezaran con Harry Potter en una historia con clasificación X, eso sería un problema"
...o la postura crítica (pero sin llegar a amenazas legales) de George R. R. Martin...
“Cada escritor debe aprender a crear sus propios personajes, mundos y entornos. Usar el mundo de otra persona es una forma perezosa de hacerlo"; “Mis personajes son mis hijos... No quiero que la gente se los lleve Incluso las personas que dicen que aman a mis hijos. Estoy seguro de que eso es cierto, no dudo de la sinceridad del afecto, pero aún así ... nadie sino yo puede abusar de la gente de Westeros"
...hasta la posición irreconciliable de Orson Scott Card 
"Demandaré, porque si no actúo con vigor para proteger mis derechos de autor, perderé esos derechos de autor ... La ficción de fans, aunque halagadora, también es un ataque a mis medios de subsistencia.”
Siendo justos, los fanáticos normalmente son bastante respetuosos de los deseos de los creadores originales y en la mayoría de los sitios que conozco se publica una lista con los autores cuyas creaciones son más para educada contemplación de museo, que artículo de juguetero para que te diviertas con ellos.

Esto es el fanfiction como medio ¿Pero qué hay de su contenido? ¿Qué hay de su calidad y su valor artístico? 

Bueno, empecemos por aclarar que las fanfiction no necesariamente implican menos trabajo sólo porque comienzan con un universo y personajes previamente construidos. Un entorno conocido puede hacer más fácil para el lector introducirse a la lectura, pero el autor debe presentar un argumento entretenido y con un aire de originalidad si quiere conservar sus lectores. Hay trabajos que son abiertamente pretextos para dar rienda suelta al torrente de deseos incumplidos que te dejó como fan la obra original y hay otros que pueden tomar las premisas básicas establecidas y empujarlas a extremos del todo nuevos y sumamente interesantes. Hay quienes prefieren introducir personajes originales a un mundo previamente establecido y contar sus historias, y quienes eligen sacar a los personajes del canon o mezclarlos con otras ambientaciones y personajes en lo que se conoce como “crossovers”. Otros prefieren hacer un pequeño cambio en la premisa original y explorar cómo se hubiera dado la historia bajo estas nuevas condiciones.

Tampoco en longitud podemos automáticamente demeritar el trabajo de las fanfictions. Por poner un ejemplo comparativo, consideremos Harry Potter y el Caliz de Fuego, cuarta entrega de la saga del joven mago y el primero de sus libros que puede calificarse propiamente de “mamotreto”, tiene la friolera de 190,637 palabras. Curse of the Triforce, la precuela no autorizada del videojuego “The Legend of Zelda: The Ocarina of Time” se queda dos mil palabras corta de llegar a las trescientas mil. 
“A Man of Iron”, el resultado de imaginar cómo sería la vida de Tony Stark como pariente lejano de los Stark de Winterfell, en el universo ficticio de Canción de Hielo y Fuego, llega a su fin 139,897 palabras después de haber iniciado, superando al Prisionero de Azkaban (107,253) por poco más de treinta mil palabras

En resúmen, hay tanta diversidad en temáticas y calidades como la hay en los trabajos comerciales originales y ha llegado a ocurrir que autores de fanfiction terminan con algún contrato editorial por su trabajo. Ahí está la saga de E.L. James, que comenzó como un fanfiction de Crepúsculo (su calidad artística puede debatirse, pero es incontestable su título de superventas; no todos los libros, originales o no, están destinados a ser un Quijote o un Ulises) Por todo ello, soy de la idea de que sí, las fanfiction merecen un espacio en la gran fiesta del arte y la literatura. Tu experiencia con el género, como tu experiencia con la literatura “formal”, dependerá mucho de a dónde te acerques y qué leas. El advenimiento del Internet ha eliminado el filtro mínimo del editor de la fanzine que antaño decidía si tu historia se publicaba o no, pero ha traído consigo los sistemas de votación popular y la divulgación de recomendaciones. Por eso y para facilitarte las cosas si quieres darte un clavado en el interesante universo de los fanfictions, aquí van un par de recomendaciones (desafortunadamente, todas en inglés):

Son of the Sannin: Un universo alternativo de la serie manga/anime Naruto. Después del ataque del Kyuubi a Konoha, en lugar de dejar a nuestro protagonista como huérfano, el autor explora qué habría sido de él si Jiraiya (su padrino) y Tsunade (su pariente más cercano) hubieran regresado a la aldea para hacerla de padres adoptivos.
Esa pequeña alteración cambia drásticamente los resultados de eventos que son determinantes para el canon de la serie original, como el incidente Hyuuga y la rebelión de los Uchiha, algunos para bien, otras no tanto.
El autor además se toma el tiempo de explorar y desarrollar un poco mejor la relación de Naruto con Hinata, siendo la relación romántica principal y en cómo el hecho de tener padres y entender su condición de Jinchuriki desde temprana edad le permite al protagonista rubio desarrollar una personalidad más centrada.

A Man of Iron: Un crossover épico que coloca a Anthony Stark como pariente lejano de los Stark de Winterfell y señor de Iron Pointe. El argumento inicial mezcla los eventos del primer libro de la saga “Canción de Hielo y Fuego” con la primera película de Iron Man del Universo Cinematográfico de Marvel. El autor hace un trabajo magistral mezclando ambos universos de tal manera que se respete la lógica interna del universo de Martin, pero que al mismo tiempo Tony (no necesariamente Iron Man) tenga un impacto drástico sobre los acontecimientos. Jon Snow jamás se une a la Guardia Noctura, por ejemplo. Además el trabajo con los personajes es maravilloso. Pocas cosas como leer a Tyrion Lannister y a Tony Stark enfrascados en un duelo verbal.
La obra tuvo tan buena recepción que el autor empezó a trabajar en su continuación A Crack of Thunder en donde continúa con la Guerra de los Cinco Reyes, y la segunda película de Iron Man, pero empieza a introducir aun más elementos del universo Marvel en lo que se vuelve un muy ambicioso proyecto. (¿Les late Brienne de Tarth como She-Hulk?)

Curse of the Triforce: La precuela no autorizada del juego The Legend of Zelda: Ocarina of Time y una joya en toda regla. El trabajo está tan bien armado y tan perfectamente soldado a lo que en ese momento se conocía del canon (se publicó antes de que saliera Skyward Sword) que en la cabeza de muchos fans, yo incluído, se volvió parte del canon oficial. Cuatrocientos años antes del nacimiento de Ganondorf, la Trifuerza se convierte por primera vez en objeto de los deseos de los mortales. Héroes, reyes y ladrones chocan en el intento por hacerse con su terrible poder, anunciando el comienzo de una nueva y sangrienta era en la historia de Hyrule. La aparición especial de las hermanas Twinrova es un plus que vale la pena aquilatar, porque les da mucha personalidad a partir de lo poco que las conocimos en el juego original.

Poke-Wars: En el anime de Pokémon, incontables personajes han recibido ataques de los monstruos de bolsillo con resultados no letales, a pesar de que la lógica indicaría que deberían ser mortales. Sin ir más lejos, Ash Ketchum pasa todo el primer episiodio recibiendo descargas eléctricas que deberían freirlo y sin embargo, no pasa de utilizarse para efectos comédicos. ¿Qué pasaría si de pronto no fuera así? Si la Hidro-bomba realmente pudiera cortar acero como hacen las cortadoras de agua, si el Lanzallamas realmente carbonizara todo lo que toca.
El autor explora de lo que serían capaces estas pequeñas bestias si se aplicara rigor científico a sus capacidades y el resultado es escalofríante; una batalla por la supervivencia en donde nadie está seguro y el peligro es muy real. Es un magnífico giro para hacer madurar una serie orientada principalmente a niños.


Ahí dejo las recomendaciones por el momento. Si tienen oportunidad de leer algunas, o quieren dejar sus propias recomendaciones, pueden hacerlo en los comentarios. ¡Felices lecturas! 

domingo, 8 de abril de 2018

Reseña: Virus, de Sakyo Komatsu

Al comenzar a leer un libro uno normalmente ya sabe más o menos de qué irá el asunto; ya sea por el título, por la portada, por la sinóspis de la contraportada, porque se lo ha recomendado alguien que ya lo leyó o porque conoce el estilo y fama del autor. Eso que conocemos del libro es normalmente lo que nos invita a leerlo, lo que nos indica que hará buenas migas con nuestros gustos y que terminaremos disfrutando de la experiencia.
A veces, sin embargo, no podemos darnos el lujo de conocer a nuestra pareja antes de empezar el baile. Eso me ocurrió con “Virus”, la novela de ciencia ficción postapocalíptica de Sakyo Komatsu.

Lo único que sabía de la historia antes de empezar a leerla es que la compré junto con otros titulos en un paquete muy económico que venía etiquetado como “Ciencia ficción japonesa”. Imaginen mi sorpresa al darme cuenta que la novela se desarrolla en la década de los sesenta. En lugar de una ópera futurista, me estaba adentrando en una interesante película de época. ¿Deja por eso de ser ciencia ficción? ¡Ni mucho menos!



La novela, publicada en 1964, narra una historia paralela en donde la carrera armamentista de la Guerra Fría da una vuelta de tuerca y desencadena la caída de la especie humana hasta casi su completa extinción y comienza cuando un accidente frustra el robo de una poderosa arma biológica y libera un virus desarrollado artificialmente en el laboratorio.
La novela tiene un claro mensaje pacifista; contrastando lo que una comunidad internacional en la Antártida —el único sitio del planeta que queda libre del virus— consigue cuando se proponen trabajar juntos, con al caos al que la obsesión militarista y nacionalista sumerge al mundo. Estudiando la historia del autor, el mensaje tiene muchísimo sentido.

Sakyo Komatsu tenía ocho años cuando inició la Segunda Guerra Mundial y no era más que un adolescente de 14 cuando estallaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki. La experiencia a tan temprana edad seguramente moldeó su visión del conflicto y del mensaje que quería compartirle al mundo. Para muestra "Paz en la Tierra", una de sus primeras historias cortas, que es también una historia alternativa en la cual la Segunda Guerra Mundial no termina en 1945 y un joven protagonista se prepara para defender Japón de la invasión Aliada.

En cuanto su estructura, la novela desarrolla la historia presentando diferentes escenas de como ocurre y se vive el desastre en diferentes puntos del globo, de manera que lo mismo presenciamos un álgido debate del gabinete de gobierno británico, la lucha desesperada de un médico japonés, los últimos momentos del presidente de los Estados Unidos o el esfuerzo de un científico ruso por mantener a la humanidad sobreviviendo en la Antártida.

Aunque este acomodo “vista de pájaro” del conflicto permite seguir la debacle con lujo de detalles, también coloca al lector demasiado lejos de los personajes y por periodos demasiado breves como para establecer una conexión emocional real. Aunado a eso, fiel al estilo japonés en donde un segundo de acción puede alargarse por horas, cada escena involucra más las reflexiones y el monólogo interno del personaje que una secuencia en donde los personajes hacen algo en particular. La historia no la mueven los personajes, sino el avance del virus. 
El avance también se hace lento porque se trata de ciencia ficción dura, con páginas y páginas de explicación técnica en microbiología disfrazadas de presentaciones formales ante gobiernos y discusiones entre científicos.

En ese sentido (y toda proporción guardada, porque se publicaron con más de 40 años de diferencia) creo que prefiero el trabajo más moderno de Max Brooks y su “Guerra Mundial Z”, que aunque tiene una estructura similar, consigue que cada escena esté plagada de acción y momentos que son mucho más efectivos en humanizar a los personajes.

“Virus” no es un mal libro. De hecho, fue lo suficientemente bueno como para ameritar una adaptación cinematográfica en 1980, la película japonesa con el mayor presupuesto hasta ese momento.
Tiene un gran mensaje que consigue transmitir sin resultar moralista, lanza preguntas incómodas sobre a dónde vamos como sociedad, resulta sorprendentemente vigente a pesar de haberse escrito hace tanto tiempo e invita a pensar en el futuro y nuestro papel en él; como toda buena historia de ciencia ficción. 
La brecha cultural entre Japón y occidente y la disonancia entre lo que entendemos por ciencia ficción y la época en la que transcurre la historia pudiera alejar a algunos lectores, pero aún así, por el mensaje, valdría la pena que más gente, especialmente aquellos en el poder le dieran una leída 

lunes, 26 de febrero de 2018

Reseña: House of Leaves, de Mark Z. Danielewski

Voy a reseñar un libro que no terminé de leer, lo devolví al librero habiendo avanzado poco más de tres cuartas partes del mismo. No, no creo que sea un libro malo; al contrario ahí donde acierta lo hace fantásticamente bien: es irruptivo, provocador, consigue conectar con su audiencia, y el trabajo editorial es fabuloso... El problema es que, como un tren, el libro corre sobre dos rieles, dos historias, y con el fallo de una al menos para mi, todo el tren se descarrila.

El libro se llama House of Leaves y es la obra debut de Mark Z. Danielewski. Se publicó en el año 2000, pero el autor comenzó a trabajar en ella en 1990, al enterarse de que su padre estaba muriendo de cancer renal. El trabajo se presentó ante 32 editoriales antes de que Pantheon decidiera publicarla; así de extraña era.

La novela empieza con la perspectiva en primera persona de Johnny Truant, hilo conductor del entramado (y al mismo tiempo, para mi, el responsable del descarrilamiento). Johnny es un aprendiz de tatuador buscando un departamento en Los Angeles. Durante su búsqueda, descubre el manuscrito de un análisis académico de una película documental llamada El Reporte Navidson ¿El detalle curioso? Johnny jamás encuentra evidencia alguna de que la película siquiera exista.

A partir de ahí la el libro funciona como si tuvieramos en nuestras manos el legajo de dicho manuscrito; con el trabajo del autor original, notas anecdóticas y autobiográficas de Johnny intercaladas mientras lo rearmaba y algunas notas de los editores (ficticios) que finalmente recibieron y publicaron el texto; todo esto, cosido como un Frankenstein con comentarios y notas al pie (algunas de las cuales tienen, a su vez, otras referencias)

Con ese mero diseño en su estructura, el libro ya te está obligando a operar y seguir al mismo tiempo varias narrativas y lineas temporales distintas y aunque el texto cambia de tipografía para hacer más sencillo saber quién está escribiendo qué, puede ser bastante desorientante al principio, .

La narrativa principal, la columna vertebral del libro que engancha como historia de suspenso y terror psicológico, son los hechos retratados en “El Reporte Navidson”, una película documental filmada por Will Navidson en donde exhibe las curiosidades y los extraños hechos ocurridos en su nueva casa en Virginia. 
La casa tiene la capacidad, sin motivo ni razón aparente, de cambiar y reconfigurarse, abrir pasillos a la nada, crear espacios que desafían la lógica. El más aberrante: un pasillo oscuro y frío que se abre en una pared exterior de la sala de estar y que en lugar de proyectarse hacia el exterior, hacia el jardín, conduce a un complejo laberíntico con multitud de corredores, salas y habitaciones de paredes, pisos y techos color gris cenizo. Al más puro estilo Lovecraftiano, la mera existencia de este imposible, la necesidad de entenderlo, explorarlo, lentamente empieza a poner tensión en las relaciones de los personajes, los empuja hasta la locura, la violencia y en algunos casos, la muerte. 

Apoyando esta trama, está la labor editorial. A la novela se le ha calificado como un ejemplo sublime de literatura ergódica, es decir, que se requiere un «esfuerzo relevante» por parte del lector para atravesar el texto. Pueden ser desde espacios en blanco, para simular la ilegibilidad del manuscrito original; tipografía que cambia de estilo, tamaño y color; párrafos en direcciones aleatorias, bloques de texto fuera de posición; espaciados que generan tensión, manchas, borrones… todo está pensado al detalle para acompañarte en la lectura, para complementar lo que el texto te está diciendo y de jugar contigo y empujarte emocionalmente en la dirección que quiere, de tal suerte que te preguntes si los únicos que están perdiendo la cabeza son los personajes, o tú también, un poco.

Así que, si todo es tan genial como describo ¿Por qué dejé de leer? En dos palabras, Johnny Truant.

Johnny es otra víctima de “El Reporte Navidson” que poco a poco va perdiendo su salud mental y su conexión con la realidad mientras se obsesiona intentando organizar y el estudio académico que encontró. Por desgracia, es practicamente imposible sentir cualquier tipo de lazo emocional con él o su tragedia. Al personaje le falta dirección y empuje, motivación. Se le describe como un joven más o menos de buen ver, pero que no sabe hacer con su vida. Pasa de fiesta en fiesta, con encuentros de una sola noche (de los cuales hace exhaustivo e innecesario inventario, porque ninguno desemboca en nada), abusando del alcohol y las drogas. Cuando finalmente empiezan a asomar los rasgos obsesivos y demenciales, uno se pregunta si realmente es su interacción con el texto, o una crisis emocional y mental natural a consecuencia de sus decisiones y su estilo de vida.

Aunado a eso, a este antipático personaje le dan el papel de narrador a través de insertos propios, por lo que continuamente interrumpe la trama principal (que es la que engancha) para hablarnos de su madre loca, su amor empalagoso por una stripper llamada Thumper y reflexiones filosóficas inconexas sobre su miedo creciente e incapacitarte locura. Finalmente cerré el libro cuando, luego de aguantar estoico uno de sus capítulos, el personaje confesara que había inventado las últimas diez páginas y se burlara de mi por habérmelo creído. Bastante trabajo me estaba dando seguir a un personaje en todo intrascendente como para además andarlo persiguiendo y dando salidas en falso. 
La narrativa principal ya estaba prácticamente concluida, de cualquier manera y me había quedado sin un gancho argumental que me invitara a continuar. No tenía a qué quedarme.

En conclusión, es un buen libro y una buena historia; una lectura curiosa que te sorprenderá por su habilidad para manipular tus emociones, positivas y negativas. Desde su publicación se ha ganado una devota base de fanáticos y es fácil ver por qué; las películas de “metraje encontrado” como Actividad Paranormal podrían aprenderle mucho a este libro. Y aunque no comparto algunas de las decisiones del autor respecto a la historia y su presentación, sin duda sería un libro que recomendaría si te gusta el género.

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Si te quedaste con curiosidad, aquí algunos ejemplos de la disposición de las páginas de "House of Leaves" y su manejo de la literatura ergódica: